Esta expresión quizás lleve a algunas personas a la imagen de alguien besando un puñado de dinero y acumulando riqueza con avidez y avaricia.

No se trata de eso. No se trata de considerar al dinero un capricho más con el que podemos comprar otros caprichos. Amar el dinero es hacerse consciente de la utilidad que tiene, saber gastarlo y saber invertirlo.

Todos procuramos cuidar de lo que amamos y además queremos que ese algo o alguien que amamos estén siempre bien y nos acompañen un largo tiempo. ¿Qué debemos hacer entonces con lo que amamos? En lo posible tratarlo con consideración y delicadeza.

Suele ser un error de los nuevos emprendedores empezar a lucir el dinero que están ganando para mostrar que están adquiriendo nuevas posesiones como si fueran juguetes de estreno. ¿Como nuevo emprendedor maneja usted un presupuesto de gastos o va empleando su dinero en el día a día y según como las cosas se vayan presentando? ¿Extrae dinero de sus ganancias recientes sin hacer conciencia de que está consolidando su empresa? Su empresa es un niño pequeño que está creciendo y tanto ella como el dinero que ha invertido requieren de todo su amor y atención.

¿Cuál es la esencia de una transacción monetaria? Consiste en el pago por un bien o servicio. El dinero con el que usted realiza ese pago lo recibió por usted haber brindado a su vez un bien o servicio. Los bienes y servicios involucran muchos actos de amor y creación de parte de las personas que los elaboran. Por tanto el dinero es un reconocimiento al amor puesto en el trabajo de las personas. Cuesta creer que los conceptos de amor y dinero están relacionados. Pero sí lo entendiéramos tendríamos una concepción más sabia y respetuosa del dinero más allá de creer que es un mero símbolo de poder.

El dinero permite la tan anhelada libertad económica. Por tanto, vale la pena quererlo siempre teniendo en cuenta ciertos hechos inevitables de la vida: la necesidad de educación, la vejez, los problemas de salud, los riesgos, las deudas, los presupuestos a corto y largo plazo, la compra de una vivienda, la muerte. Si nos amamos, queremos tener dinero y cuidarlo bien para cubrir esas situaciones sin angustias. Pensándolo con calma, vale la pena atesorar, valorar y amar el dinero porque nos permite una vida digna y de calidad.