La situación es esta: te ofrecen la posibilidad de adquirir unos insumos para tu negocio a precios muy bajos, pero… resulta que sobre esos insumos no se han pagado los impuestos de ley para ingreso al país. Ves el producto, parece de una excelente calidad y de verdad está a un precio asombrosamente bajo ¿Qué hacer?

Dentro de ti se suscitan confusiones, está la muy llamativa tentación del precio, y sabes, que adquirirlo legalmente te puede salir hasta por el triple. Alguna frases aterradoras pasan por tu cabeza: “a fin de cuentas nadie tiene que saber”, “esto a ese precio no lo voy a conseguir en ningún lado” y entre otras cosas, la trampa de tu mente te convence con uno de los argumentos más impactantes: “si otros lo hacen porque yo no”. Es más, quien te ha hecho la “gran oferta” te exhibe ese argumento: “me lo está comprando muchísima gente”. ¡Detente!

Tu comportamiento ante lo que te hace dudar, no debe guiarse por lo que hace la mayoría. Ten cuidado. La duda genera angustia. Si una situación como la presentada en el ejemplo te genera molestia y entra en conflicto con tu sistema de creencias, es un enorme indicativo de que algo no está bien.

Actuar de acuerdo con unos principios y un sistema de valores va mucho más allá de “ahorrar dinero” o de considerar a la ligera que estoy “ganando”. Si tus decisiones frente a un conflicto ético no te traen tranquilidad, estás perdiendo. Pierdes calma, pierdes serenidad, pierdes autoimagen, pierdes ante los demás si eres el líder de un negocio porque estás proyectando una imagen errónea.

El respeto, la honestidad, la calidad, la buena atención, los lazos de confiabilidad son esos plus que brindan y han brindado las empresas de muchos años de tradición en el mundo de los negocios. Es muy molesto escuchar a una persona hablando así de un producto: “le han bajado mucho a la calidad y lo cobran más caro”. ¿Existe en las empresas que dañan la calidad de sus productos un criterio de coherencia con unos valores y sobre todo un respeto por el cliente?

La sugerencia para resolver esos conflictos éticos, es entonces, como dice la frase popular: “ante la duda abstente”. Es mejor no adoptar una conducta o tomar una decisión si en mi interior siento que traerá confusión y conflicto.