Al plantear un negocio se debe pensar en varios aspectos: ganancias, pérdidas, costos, mantenimiento, periodos inactivos, obligaciones legales.

Pero, no hay que olvidar una regla simple y es la Regla de Oro. La cual aplica no solo para los negocios sino para la vida misma: “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”.

Por la cabeza de un ser humano pueden pasar las siguientes ideas al pensar en un emprendimiento: “Le meto muy poco a las materias primas de lo que vendo y me queda amplia ganancia para mí” o “Por qué no vender el producto con publicidad falsa a fin de cuentas el cliente resolverá cuando se lo lleve”, o “Vendo a toda costa porque en últimas todo lo que interesa en una venta es que la logre y se cierre”.

Todo lo anterior hay que considerarlo, son ideas que pasan por la mente, pero va en su ética, pensar si aplicar esta manera de actuar lo beneficia en el largo plazo.

Piense que tienen en común los productos y las empresas que admira: calidad y respeto por el cliente.

Un cliente insatisfecho no solo le hará el reclamo, eso es lo de menos. Se convertirá en un vocero negativo de su producto. ¿Desea eso para usted mismo?

Ahora, tenga muy presente el mundo que nos rodea en la actualidad, difundir una mala imagen en una red social es cuestión de segundos.

¿Qué quiere para usted cuando compra un producto? ¿Qué le gustaría recibir? Probablemente entre sus respuestas están:

Respeto, buena atención, honestidad, información veraz, calidad en lo que compro, durabilidad, garantías, la satisfacción de un servicio solicitado.

Brinde por lo menos lo que quiere recibir. Si su nombre ha de andar de boca en boca que sea para bien. Es cierto y es contundente: un negocio debe producir cifras a favor. Pero, también debe tener una misión y una visión. Por tanto en esa proyección que hará que su negocio se mantenga a futuro, debe haber estándares de calidad.

Nunca piense que su cliente es ingenuo. Respételo porque es quien lleva el pan a su mesa. La satisfacción de su cliente traerá nuevas personas hacia su negocio o producto. Y toda esa filosofía está detrás de una regla muy sencilla: “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”.