Si usted quiere un compromiso total con sus metas y lo que desea lograr, deje de quejarse. Es imposible entregarse plenamente a una actividad a punta de quejas. La queja no es sino una excusa disfrazada. Pero, lo más importante, la queja no aporta ninguna solución a los problemas.

La queja generalmente esconde tras de sí el hecho de que no estamos siendo responsables de las consecuencias de nuestros actos. Quejarse siempre será más fácil porque resulta muy cómodo echarle la responsabilidad de lo que nos pasa a los demás.

La sociedad común, tiende a quejarse. De hecho, solemos reunirnos a quejarnos en lugar de agruparnos para establecer salidas a los inconvenientes. Quejarse es un hábito muy corriente e inscrito con demasiada fuerza en cada ser humano. Tiene además la desagradable connotación de propagarse con una prontitud increíble, trayendo tras de sí un ambiente pesimista e incómodo.

Entonces, si usted desea estar totalmente comprometido con lo que sea: usted mismo, su familia, su pareja, su entorno, su profesión, sus negocios, por favor, controle esta actitud. Haga la labor mental de detenerse antes de comenzar con la lamentación. Piense por un segundo si le trae algo positivo o beneficia la situación que le esta atormentando. Jamás se acepte a sí mismo como una persona quejumbrosa y mucho menos diga: “Soy así”.

¿Qué tan seguido habla de sus éxitos y alegrías? ¿Lo hace con la misma persistencia con la que suele quejarse? Piénselo bien. Cambie su discurso. Hable simplemente de la alegría de estar vivo. Sienta regocijo porque tiene salud. Agradezca las pequeñas cosas que tiene a su alrededor. Subraye siempre lo positivo en los demás.

Por ningún motivo acepte convertirse en una persona que de la queja pasa fácilmente al chismorreo. El límite es casi que imperceptible. Hágase responsable de sus palabras. Comprométase. Haga de su vida, del lugar donde vive, del sitio donde trabajo, ambientes plácidos donde usted se sienta cómodo consigo mismo.

Accione. Haga. Ejecute. Tome decisiones. Si definitivamente no puede hacer nada. Espere. Sea paciente. Viva en gratitud con respecto a lo que tiene y no en dolor con respecto a lo que no.
Revise su queja antes de proferirla. ¿Está seguro de que usted no tiene un mínimo grado de responsabilidad en lo que le está ocurriendo? ¿Ha hecho algo de su parte por cambiar lo que le está ocurriendo? O, ¿la queja se ha convertido en lo que impulsa su existencia?

Si desea el éxito en todas las áreas de su vida las quejas no son de mucha utilidad. Claro, es obvio, hay que reconocer qué anda mal para poder solucionarlo. Pero, es muy distinto sentarse a llorar, buscar otro que nos ayude a lamentarnos y no hacer nada al respecto.

Rompa el hábito, detenga la lamentación desde que se origina en su cabeza. Respire, cálmese, busque soluciones. Oblíguese a buscar un pensamiento positivo que remplace la idea que se está engendrando en su cabeza.

Cada quien es definitivamente responsable de su destino. Si deja usted de achacar la responsabilidad de su vida a otros, al gobierno, a su pareja, a sus traumas de infancia, es muy probable que entienda que de usted depende la construcción y el devenir de lo que desea. ¿Quiere tener una actitud de entrega y compromiso total? Deje de quejarse y asuma la dirección de su existencia.