El perdón comienza por uno mismo. Con darse la oportunidad de sanar y empezar de nuevo. Si soy capaz de perdonarme, es muy probable que perdone a los demás.

Perdonar es una parte muy importante de vivir la vida en serenidad y equilibrio. Parta de creer que la mayoría de las personas no tiene la intención direccionada de hacerle daño. La gente suele cometer errores porque su pasado y las circunstancias lo llevan  actuar de determinada manera.

Pregúntate: ¿He querido realmente hacer daño de forma intencional? A un gran porcentaje de las personas no le ocurre de ese modo. Es probable que tú también hayas causado dolor. Como es casi seguro que no tenías intención planeada de hacerlo.

No perdonar es como dormir todos los días con una enorme bolsa de basura al lado, pero a eso agreguémosle que esa basura con el pasar del tiempo se va dañando cada día más. No perdonar es aprender tristemente a convivir con un alma deteriorada. El perdón es altamente sanador y reparador.

¿Cómo perdonar? Lo primero identificando y aceptando aquella circunstancia que nos causa tanto dolor y que en apariencia no podemos cambiar. De hecho cuando llegamos al punto de creer que no podemos perdonar es porque la circunstancia que nos llevó allí realmente es muy difícil de alterar. Si no podemos cambiar las  situaciones. Podemos cambiar la manera de verlas y perdonar es una forma de hacerlo. Ver con los ojos del perdón es liberarse de la rabia. Es darse la autorización para seguir, es abrirse a personas y situaciones nuevas.

Muchos hemos tenido historias difíciles con: nuestros padres, parejas, hijos, compañeros de trabajo, vecinos, amigos, desconocidos. Personas que queriendo o sin querer han podido llegar a hacernos daño. ¿Cómo perdonar una violación, el abandono de un hogar, la no aceptación de las opciones sexuales de un hijo por parte de sus padres, un despido  injustificado, una traición? Suena muy, pero muy difícil… Y sin embargo es el signo de que el proceso de sanación ha culminado. Se pudo y se puede seguir una vez hemos perdonado.

Algunos afirman que se debe perdonar por un acto de amor propio. Realmente perdonar es quererse. Perdonar no implica que permitas que te sigan haciendo lo mismo. Significa que identificas qué está mal, lo detienes, planteas tus opciones o te alejas de la situación dañina y por tu bien continúas con tu vida.

¿Podrías andar tranquilamente por la vida con una herida eternamente abierta? Suena imposible.

¿Has pensado cuánto tiempo de tu vida has gastado en pensamientos de rencor y venganza?  No perdonar, es por demás una pérdida enorme de tiempo.  Busca ganar, ganar a nivel espiritual. Ganar en tiempo de vida. Ganar en tu autoestima. Escoge lo mejor para ti y simplemente: PERDONA.

El perdón te traerá paz aceptación, una mirada compasiva hacia los demás. Te traerá libertad al evitarte la obsesión acerca de algo que no tiene solución o cuya única solución es perdonar. Procura en todo momento tu tranquilidad. Nadie más lo va a hacer por ti.

A veces se cree que perdonar es tonto. Nadie demuestra mayor inteligencia que quien tiene claro que lo mejor es perdonar.