Ser honesto, no es solo cuestión de mostrarse o de “gritar” transparencia, de hecho una de las cualidades de esta virtud es que ella emana sola con mucha tranquilidad.

Partamos de un reconocimiento muy claro y honesto: como humanos que somos resultará demasiado fácil que nos contradigamos entre nuestras palabras y actos. ¿Cómo se reconoce entonces a una persona honesta? Un ser honesto realmente hace su mejor esfuerzo porque en su vida profesional y personal exista coherencia. Por poner un ejemplo: soy la mata de la dulzura con mis clientes y en casa resulta que no me soporta nadie. O exijo de mis proveedores puntualidad y calidad; pero en mi vida personal pido a mis hijos que mientan y digan: “que no estoy”.

Tener muy claro quién se “es” facilita muchísimo la labor de mostrarse limpio y claro en cualquier escenario. Cuando asumo quien soy con mis virtudes y defectos, eso se revela. La gente no es ingenua. No viven al acecho de quién les está mintiendo, pero pueden percibir con mucha facilidad cuando alguien no es honesto, simplemente porque tarde o temprano, eso sale a la luz.

Hay un valor incalculable de una persona que es clara en sus lineamientos −muéstrese donde se muestre−, tiene la maravillosa y singular capacidad de reconocer que se equivocó y hace lo posible por resarcir su error. Una persona honesta admite su humanidad, tiene muy claro que está en el ejercicio cotidiano de aprender día a día, quiere mejorar y por tanto para ella no es un problema admitir un error. Un ser con esta dimensión de integridad, sabe que nada habla con más elocuencia que el ejemplo. Por eso si esta persona si yerra, lo admitirá tanto en la esfera de los negocios, como en lo personal (tiene claro que si no lo hace, podría estar dando un ejemplo no muy correcto a sus hijos, por mencionar un hecho).

Todos tenemos derecho a una privacidad y cuidarla como el más preciado de los dones. Pero, si llegara a ocurrir lo siguiente: un seguimiento o una pesquisa, −un ser humano honesto, no tendría el más mínimo temor de que su vida personal fuera indagada. ¿Cuántos casos no se han visto de personas a las que los medios “destapan” una serie de “escándalos”? Cuando se tiene la tranquilidad de mostrarse uno tal y como es, el tonto empecinamiento de otros por buscarle debilidades termina en fatiga.

¡Qué bonito poder andar por la vida personal y profesional con la frente en ALTO!