¿Le parece que un millonario siempre se ve feliz? Claro, pensará usted, ¿cómo no ser feliz si se tengo todo? Umm… esto puede ser relativo. Quien realmente sepa atesorar su capital, valora y agradece todos los aspectos de su vida en los cuales hay bienestar. Una “vida millonaria” es balanceada en todas las áreas.

¿De qué sirven multitudes de carros, casas, viajes; si no se tiene la más mínima idea de qué hacer con ellos? ¿Está invirtiendo en su futuro? ¿En su vejez? ¿Ha previsto que en la vida puede ocurrir cualquier eventualidad?

¿Se ha ocupado hoy de expresar su amor a sus seres queridos? Eso también es capitalizar. ¿Ha pensado que al dar también recibe? ¿Ha compartido su éxito monetario con personas discapacitadas, ancianos, fundaciones de ayuda al prójimo? ¿Le ha sonreído hoy a alguien que lo necesitara? ¿Le ha preguntado a alguien como sigue su familiar enfermo?

Esas “cositas” también hacen la vida y traen prosperidad. Es una coincidencia muy llamativa que en las biografías de grandes millonarios, varias se corresponden en la idea de que estos personajes tuvieron muy presente el hecho de retornar los beneficios recibidos. También coinciden en decir que muchos de ellos fueron personas carismáticas, dotadas de don de gentes. Muchos de ellos, se caracterizaban por saberse los nombres y apellidos de literalmente “miles de empleados”. ¿Saludar, ser amables, gentiles, en algún momento ocasionó el deterioro de sus fortunas? No, que se sepa.

Tener “clase”, no lo da el dinero. Un verdadero millonario demuestra su valía en la manera en que trata a los demás.

Se tiene todo el potencial para ser un millonario, cuando se es una persona íntegra. Lo lógico es que si soy así, por ejemplo: no derrocho o no creo en la fantasía del dinero fácil. Cuando se es íntegro se cree en el esfuerzo constante y la perseverancia como vías para llegar a consolidar un capital, saber cuidar de él e invertirlo.

Un millonario, proyecta una vida saludable en muchos aspectos, le sonríe a la vida, es optimista con los pies en la tierra, cree en sus proyectos y lucha por ellos, sobretodo está dispuesto a caer las veces que haga falta, porque posee de valor inestimable: la fortaleza de carácter, la cual le permitirá levantarse cuantas veces sea necesario.