Jay Conger escribió en el Harvard Business Review: “si alguna vez hubo un momento para que los empresarios aprendieran el delicado arte de la persuasión es este. Ya se fueron los días de ordenar y controlar, cuando los ejecutivos administraban todo por decreto”. El poder de la persuasión es de importancia crítica y extraordinaria en el mundo de los negocios de hoy. Casi cualquier interacción humana incluye un intento de influenciar o convencer a otros sobre nuestra manera de pensar. Todos queremos ser capaces de hacerlo para que los otros nos escuchen y confíen en nosotros. No ves que las grandes corporaciones disminuyan sus fuerzas de ventas. Los profesionales de ventas son una ventaja para la compañía, no un riesgo.

Los persuasores poderosos siempre encontrarán trabajo, aun en la más lenta de las economías. Los excelentes persuasores siempre tienen qué hacer. Los empresarios convincentes obtendrán sin falta el negocio. Los comerciantes influyentes siempre están en demanda. De hecho, ¿sabías que la mayoría de los directores ejecutivos de las más grandes corporaciones en los Estados Unidos vienen de contextos de ventas y mercadeo más que de cualquier otra disciplina?

Algunas personas definen el ser persuasivo como ser poderoso, manipulador o mandón. Esa conjetura es absolutamente falsa. Tácticas como esas puede que traigan resultados inmediatos y que mantengan la influencia a corto plazo, pero la máxima influencia se trata de obtener cumplimiento efectivo mientras se mantiene una relación duradera. La influencia que perdura no se deriva de maniobras calculadas, tácticas deliberadas o intimidación. Al contrario, la implementación adecuada de las últimas estrategias de persuasión te permitirá influenciar con integridad. La gente confiará natural y automáticamente, tendrán confianza en ti y querrán ser persuadidos por ti. En pocas palabras, querrán hacer lo que tú quieres que hagan (y les gustará hacerlo).