“El que sabe lo que debe, sabe lo que tiene”. Tener una actitud poco madura con respecto al manejo de nuestras finanzas no es bueno. Gastar de lo que nos entra, ignorando el estado de nuestras cuentas y las prioridades de las cosas que hay que atender primero, es fatal. Es común ver personas que gastan en nimiedades postergando los compromisos económicos adquiridos o cubriendo una deuda con otra. O peor aún, negándose a ver el estado de sus cuentas.

Parece de no creer; pero es así. Es como si este tipo de personas fueran chiquillos imaginando que al cerrar los ojos e ignorando lo que pasa alrededor todo fuera a mejorar. No es indispensable que usted sea el empresario más grande del planeta para que se obligue a llevar una mínima contabilidad. Es increíble escuchar personas que afirman cosas como: “debo 7 años de impuestos sobre mi inmueble”, seguido de: “es que se me olvidó”. Cabe preguntarse si teniendo una responsabilidad de esa índole, uno la puede llegar a abandonar durante 7 años y luego simplemente quejarse por la enorme cantidad de dinero que tiene que pagar.

En la medida en que usted lleve una contabilidad organizada sabrá qué tiene, cuánto debe y en qué fechas debe cancelar sus compromisos. Evite las recompensas inmediatas cuando usted conoce perfectamente de las deudas que debe atender primero.

Recuerde, en la medida en que usted se da a conocer como una persona seria, dispuesta a responder por sus asuntos económicos, establece un alto grado de confiabilidad y la gente se sentirá a gusto de negociar con usted. No se permita por ningún motivo que de usted se tenga la imagen de una persona desordenada y descuidada con sus cuentas. Es mucho fácil obtener la concesión de un plazo para pagar cuando usted ha demostrado ser serio y responsable con sus asuntos que cuando usted se torna en la persona que “toma del pelo” al otro para cancelar sus compromisos.

La mentalidad del descuido con lo que debe jamás lo llevará a grandes emprendimientos. En cambio si hace lo anterior, usted dejará la imagen del negociante negligente que no prevé situaciones y va resolviendo las cosas en el día a día. No se espere a que los demás le estén recordando que les debe dinero. Lleve muy bien sus cuentas. Si definitivamente ignora cómo hacerlo es preferible que se haga asesorar de un profesional.