¿Y de qué le sirve al hombre ganar el mundo, si pierde su alma? (Jesús de Nazareth)

Desde el comienzo de la historia, el ser humano ha querido diferenciar el bien y el mal, lo constructivo frente a lo destructivo. La conciencia del ´debe ser´ es profundamente analizada desde Tales de Mileto, pasando por Sócrates, Platón y Aristóteles. Fueron los griegos quienes desarrollaron la llamada cultura filosófica, siendo parte fundamental de la ética, que tiene como sentido el estudio de la conducta humana, los valores y sus efectos.

Por su puesto, muchos son los individuos que ahora se estarán preguntando, ¿y qué tiene que ver Sócrates con el liderazgo individual del siglo XXI?

Bien, vamos más allá entonces. Los valores (del griego axios) representan las normas, principios y significados ideales de comportamiento, sobre los cuales las diferentes culturas se han desarrollado y diferenciado unas de otras. Bien sabemos que existen personas que se diferencian de otras, más que por su forma de trabajar, por su esquema de valores. Los valores son los cimientos que soportan al individuo, lo que lo animan al ´deber ser´ a favor de las demás personas que conforman esa sociedad (también llamada organización/empresa/familia).

Peter Drucker afirma que: ´El verdadero problema es que la penetración del conocimiento científico en el corazón de la existencia humana ha hecho que el individuo se haya alejado de lo espiritual. La sociedad necesita recuperar los valores espirituales no para neutralizar lo material, sino para hacerlo plenamente productivo. La humanidad necesita volver a los valores espirituales porque necesita compasión. Necesita la profunda experiencia de que el Tú y el Yo sean uno. Necesita regresar a los valores para dirigir, entendiendo de una vez por todas que nosotros no somos simplemente seres biológicos y psicológicos, sino también seres espirituales, es decir, criaturas que existimos gracias a un creador y está sujeta enteramente a Él´

El ser humano como verdadero líder individual y como parte viva de la nueva empresa-sociedad-familia, debe comprender su papel de educador. El individuo sólo podrá ser más grande cuando su conocimiento se lo permita, y el líder individual adquirirá ese profundo compromiso no sólo de guiar a su gente sino también de enseñarle. Si salvamos el significado de la palabra educación, desde su raíz latina (exducere, educere, educare) estaremos hablando fundamentalmente de ´alcanzar lo mejor de alguien´ ´ desarrollar su gran sabiduría interna´. Y es ahí en donde también muchos individuos quedan cortos en su tarea de dirección, dejando a su gente abandonada (empleados, amigos, pareja, hijos) impidiéndole su desarrollo y por causa directa bloqueándose a sí mismo.

Los individuos que requieren las organizaciones de hoy, deberán comprender su papel de líderes educadores, de facilitadores del desarrollo humano. Lo profundamente preocupante es observar organizaciones que ´crecen´ pero su gente no y en ese momento comienza la destrucción interna de la empresa, la sociedad y la familia.

“La educación debe ser hoy más que nunca, una educación para la responsabilidad y para afinar la conciencia del hombre.” – Víktor Frankl

La planeación estratégica, llamada de forma más amplia, administración estratégica, se soporta fundamentalmente en la definición, divulgación y compromiso de los valores organizacionales, refiriéndose entonces a la historia, creencias, tradiciones, visión y misión de la organización, liderada por sus gerentes. Las organizaciones de hoy a través de sus líderes deberán establecer profundos compromisos sobre varios aspectos fundamentales:

  1. El compromiso del personal frente a la empresa.
  2.  El compromiso de sus clientes reales y potenciales.
  3. El compromiso de sus proveedores.
  4. El compromiso de la organización con la comunidad.
  5. El desarrollo y aplicación del liderazgo individual

Albert Einstein dijo: “No conozco mejor fábrica que el compromiso y la imaginación”, y efectivamente serán estas dos características las que harán diferentes a los individuos y a sus empresas. Peter Drucker ha dejado perfectamente claro que solamente las empresas soportadas en valores y éticamente comprometidas con las verdaderas necesidades de sus clientes, serán las que sobrevivan.

La función del líder individual -desde el punto de vista de la productividad- se centra en ser más equitativo entre el trabajo y el individuo. La productividad, antes que ser una actividad orientada al resultado, es una actitud. Antes que lograr la optimización de los recursos, el líder individual tendrá que optimizar el compromiso con quienes comparte su vida.

El poder de una visión

Finalmente deseo compartir otra de las características fundamentales que conforman el perfil del líder individual integral para la empresa de hoy. La capacidad del individuo que dirige los destinos de un grupo de personas (empleados, hijos, clientes, etc) estará paralelamente ligada al éxito, siempre y cuando su capacidad de ´ver´ hacia dónde se dirige con su gente, sea manifiesta de manera clara, comprometida y convincente. Por su puesto que la capacidad de ´visualizar´ no es suficiente. Es necesario que esa visión tenga congruencia, es decir, que los actos que se desarrollan para llegar allí, estén perfectamente orientados a este fin. Esta tarea implica el desarrollo de una misión y un pacto con la excelencia.

Pero solamente, quienes tracen una visión y quienes a través de sus actos, se comprometan verdaderamente con esa visión y logren que sus seguidores le acompañen en su ruta, comprendiendo que comparten su vida con otros seres humanos, son dignos de decir: ´Yo soy un verdadero líder´ Por: William Ramos Pardo