Fragmento del libro: Comienza donde estás de Chris Gardner

Hace no mucho fui invitado a Washington D.C. para hablar frente a un grupo de veteranos sobre cómo iniciar la búsqueda de la felicidad. Este fue un honor por muchas razones.

La oportunidad para hablar frente al grupo de veteranos en Washington D.C., también fue muy significativa porque me permitió honrar el servicio a la Armada de mis tíos, los hermanos de mi madre, quienes fueron figuras paternas para mí. Sus valores tradicionales –trabajo duro, servicio, sacrificio, familia, más el amor por la aventura, hicieron parte de mi crecimiento, aunque ya me había adelantado a mi edad.

Mientras preparaba mis comentarios, no podía dejar de sorprenderme con esas alarmantes cifras – no sólo como veterano sino aún más, como ciudadano de este país. Simple y llanamente, nuestros veteranos de la guerra y de los tiempos de paz merecen más que eso. Pero sospechaba que mi sentido de injusticia sobre sus circunstancias no era la mejor forma de ayudarles a sobreponerse. Nuevamente, no quería ir y dar un mensaje entusiasta sin ofrecerles algo tangible y posiblemente transformador. Si tenía veinte minutos para compartir sólo una historia, un mensaje, una lección de vida, quería escoger algo que tuviera el poder de hacer una diferencia
real en sus vidas.

Al final decidí que más que llegar con las respuestas, comenzaría con una pregunta y entonces quizás, si yo prestaba mucha atención, también aprendería mucho. Eso fue exactamente lo que ocurrió.

La pregunta fue: ¿Cuál es el ingrediente más importante en la búsqueda del éxito? En otras palabras les pregunté, cuando uno mira a cualquier historia sobresaliente de alguien que hizo posible lo que todos pensaban que era imposible, ¿qué lo llevo a triunfar donde otros fracasaron? O si tú ves a alguien que simboliza la clase de búsqueda que deseas para ti, ¿qué tiene esa persona que tú no tienes?

“Tienes que comenzar con un sueño”, dijo uno de los veteranos. Hubo mucha discusión hasta que alguien salió con un chiste: “Yo lo tengo pero ella es casada”. Después otros veteranos hablaron seriamente acerca de sus anhelos, visiones, esperanzas y deseos, algunos de los cuales se relacionaban con tener un hogar, seguridad financiera, una carrera distinta, un trabajo mejor pago, o simplemente un trabajo. A medida que escuchaba, me impactaba que, como de costumbre, Dios me había puesto en una situación para enseñarme algo nuevo. Siendo así – me sorprendió cuál era la lección – que sí, que los sueños pueden motivarte e inspirarte más que ninguna otra cosa, si crees que eres capaz de realizarlos, pero si no tomas las medidas necesarias para lograrlos, estos se convierten en espejismos que rondan en tu mente.

Entonces, la fórmula que se le ocurrió a Thomas Edison sobre la manera en que se debe persistir, ¿no consistía en un 10% de inspiración y el 90% de acción? Yo tuve que digerir esta verdad. Si el 10% es soñar – creer que puedes lograrlo sin importar dónde estás ni las condiciones en que te encuentras – ¿significa entonces que el 90% es acción? Como lo reflejó cada escalofriante y explosiva historia sobre persistencia que me cautivó, me di cuenta que la acción sola no era la parte crítica, porque puede ser que caminar sin ninguna dirección te lleve a andar en círculos, o no muy lejos. Mi conclusión fue que el ingrediente clave, la única cosa que marca la diferencia entre los que hacen y los que no hacen, es algo muy sencillo y tangible que se llama: un plan. De ahí que, un sueño es sólo un sueño, sin no existe un plan. ¿Y dónde consigues un plan? ¡Tú lo construyes!