Ayer Gaby yo conocimos unas personas sumamente especiales. Muchos tenemos la oportunidad alguna vez en nuestra vida de tener contacto por unos minutos o segundos con gente sobresaliente. Son momentos que se quedan en nuestra mente y no sólo se convierten en recuerdos memorables, sino también en la oportunidad de compartir con nuestros amigos, llenos de orgullo, una historia interesante para conversar. Esos encuentros suelen convertirse en tiempos de asombro y aprendizaje. Es casi imposible sorprendernos al conocer las hazañas y logros de estas personalidades.

He tenido la fortuna de contar con este tipo de experiencias varias veces. Hace más de trece años, justo cuando conocí la bellísima Colombia, tuve la oportunidad de compartir escenario y pasar todo un día en el aeropuerto de Bogotá (debido a problemas con nuestros vuelos) con una mujer que ha tenido puestos del más alto nivel en su país, incluida la candidatura a la presidencia de la República. ¡Qué historias puede uno escuchar de alguien así!

En un par de ocasiones comí con un escritor ganador de la Palma de Oro (premio mundial del cine) y nominado al Oscar por lo mismo. Hace muy poco me tocó tener de compañera de vuelo y por lo tanto conversar, con una sumamente famosa y controvertida cantante latinoamericana. Sus canciones, y ella misma, han dado la vuelta al mundo más de una vez. Hablando de cantantes, en mis años juveniles tuve la oportunidad de ser amigo y trabajar con un hombre cuya canción, en aquél tiempo, obtuvo el récord de más semanas consecutivas en el primer lugar de la lista de popularidad de la música en México.

En una ocasión tuve la gran oportunidad de ser entrevistado en radio por un prestigiado periodista latinoamericano. También recuerdo un evento al que fui invitado para impartir una conferencia en la misma tarima que minutos antes pisó uno de mis grandes ídolos de la infancia, quizás el futbolista más loado y apreciado de la historia de este deporte. La vida y Dios me permitieron convivir y aprender de uno de los más prolíficos autores latinoamericanos, así como ser discipulado por un maestro mundial del mundo de las empresas. He convivido con un cantante nominado al Gremmy en un par de ocasiones.

A veces las personas sentimos erróneamente que nuestro valor puede incrementar un poco por haber tenido contacto con gente de esos niveles de popularidad y resultados. Me da risa pensar como el simple hecho de haber tenido contacto con ellos nos hace sentir que nosotros hemos tenido un mérito, como si sus experiencias y triunfos se nos transmitieran por ósmosis. En realidad lo verdaderamente valioso de estos encuentros surge de lo que podemos aprender de ellos, de sus esfuerzos, retos, respuestas ante las adversidades y claro que también de sus grandes logros. Sus historias de vida se pueden convertir en trampolines de sabiduría para nosotros.

Anoche mi esposa y yo pudimos compartir un par de horas, y unos ricos filetes de tilapia, con una pareja admirable. Este encuentro ha sido como subir no a un trampolín de aprendizaje, sino a la plataforma de diez metros de una alberca olímpica. Ellos son un par de seres humanos que pusieron su vida en riesgo con tal de alcanzar una mejor forma de vida ni siquiera para ellos, sino para sus seres queridos.

Personas valientes que día a día se arman de valor para enfrentar desafíos importantes, rodeados de incertidumbre y la posibilidad de que un simple error los lleve a separarse, quizás por siempre, de la gente que más aman y por la que han puesto su vida al borde del precipicio. Sus nombres no importan, pueden ser Sergio, María, José o Candelaria. Son personas como muchas otras que probablemente no saldrán fotografiadas en los diarios y revistas; seguramente sus nombres no serán mencionados en el radio y la televisión y sus rostros nos pasan desapercibidos si nos cruzamos en la calle con ellos. Sus estudios no llegaron más de allá de unos cuantos años de educación primaria, pero su ejemplo, valentía y lucha por ser mejor persona y alcanzar sus sueños es encomiable.

Agradezco a Dios que nos haya permitido conversar anoche con este par de personas valiosas y valientes, que como muchos otros héroes anónimos, se atrevieron a dejar su tierra y su familia para entrar a una nación extraña, con un idioma que ignoran y viviendo una odisea más peligrosa, larga y despiadada que la de Ulises. Humanos admirables que sin pretender fama y reconocimiento arriesgaron todo para recuperar un poco de dignidad y esperanza. Anoche conocí a un par de joyas de la vida que la mayoría etiqueta con la palabra “ilegales”.