Se han realizado estudios, los cuales muestran que las personas agradecidas por lo que tienen, elevan su positivismo y esto genera en ellos actitudes de lucha, empuje y perseverancia. Todas las anteriores se constituyen en aspectos indispensables en la consecución de capitales.
Si agradezco lo que tengo, lo cuido y si cuido no desperdicio, al no desperdiciar puedo ir paulatinamente ahorrando dinero para constituir un ahorro e ir invirtiendo en proyectos generadores de más dinero.
Al ser agradecido valoro las cosas fundamentales, la mentalidad millonaria no implica como siempre se asume el despliegue de lujo. Se capitaliza en aquellas cosas que no son tangibles como muestras de ostentación. ¿Cómo no apreciar una buena educación?
Cuando se es agradecido se tiene claro que no se debe estar gastando el dinero por doquier y a manos llenas. Cuando hay gratitud, hay conciencia de que muchos no tienen. Y es así donde reside el papel fundamental de aprender a dar y compartir.
Dar es fundamental para recibir. Por eso observamos que los dueños de grandes empresas destinan parte de su capital a obras que generen bienestar y ayuden a otros a tener una mejor calidad de vida. Se trata de un principio de flujo del dinero y de equidad. Es un acto más de gratitud, es una manera de manifestarle a la presencia suprema un reconocimiento por su bondad. ¿Si la vida lo ha tratado con generosidad como compensación a su lucha y esfuerzo constante, por qué no agradecerlo? ¿Por qué no generar proyectos empresariales que generen más empleo y ayuden a otros a alcanzar sus metas?
Hay un simple principio de austeridad en la mentalidad millonaria, no sé gasta porque sí como podría llegar a pensarse con facilidad. La clave no es gastar es invertir de la manera adecuada.
La mentalidad millonaria en la cual hay gratitud, contempla el fracaso como una posibilidad y aprende a no temerle, incluso este tipo de mentalidad hasta agradece el fracaso porque sabe que este le enseña a valorar cada cosa. Por eso la persona agradecida es capaz de levantarse de un colapso, no una ni dos veces, lo hace en infinitas ocasiones. Ser agradecido es tener esa habilidad para no percibir “el vaso medio vacío” sino “lleno hasta la mitad”.