Por David J. Schwart, autor de La magia de pensar en grande
Hace algunos años presencié una impresionante reunión de ventas. El vicepresidente a cuyo cargo se hallaban las ventas de esta compañía estaba muy emocionado. Deseaba hacer énfasis en un punto. Se encontraba con él en la tarima el mejor vendedor de la organización, un individuo de apariencia sencilla, quien consiguió finalizar el año con una cifra superior en ventas en más de $20.000 dólares al resto del grupo. Los demás representantes no habían pasado de un promedio de ganancias de $5.000.
El ejecutivo desafió al grupo diciendo: “Deseo que le den una ojeada a Harry. ¡Mírenlo bien! Ahora, ¿a qué se debe que Harry haya logrado lo que el resto de ustedes no logró? Ganó cinco veces el promedio, pero ¿ustedes creen acaso que es cinco veces más listo? No, de acuerdo con nuestras pruebas de personal, no lo es. Lo he comprobado. Dichas pruebas demuestran que figura en el término medio del rendimiento de este departamento.
¿Es que Harry trabajó cinco veces más duro que ustedes, amigos? No, no según los informes. De hecho, se le descontó más tiempo que a la mayoría de ustedes. ¿Cuenta Harry con un radio de acción mejor? Otra vez debo manifestar que no. Las cuentas se hallan equilibradas. ¿Harry posee una mejor educación? ¿Tiene mayor salud? Tampoco. Harry se halla en esto aproximadamente a la altura de todos, excepto en una cosa.
La diferencia entre Harry y el resto de ustedes –siguió diciendo el vicepresidente– es que él piensa cinco veces más en grande”. A continuación, el ejecutivo procedió a demostrar que el éxito lo determina no tanto el volumen del cerebro de cada uno sino el volumen de los pensamientos individuales.
Muchos casos en la historia demuestran que el volumen de las cuentas bancarias, el volumen de la felicidad y la satisfacción general de cada individuo, dependen del volumen de los pensamientos propios. Esta es la que yo llamo la magia de pensar en grande.
Si al pensar en grande se consiguen tantas cosas, ¿por qué no piensa todo el mundo de esta manera? Esta pregunta me la formulé muchas veces. Creo que la respuesta está en que todos nosotros, más de lo que reconocemos, somos producto de los pensamientos que nos rodean. Y muchos de esos pensamientos son pequeños, no grandes. Todo alrededor de usted es un entorno que trata de remolcarlo y tirarlo a una calle de segunda clase. Usted oye decir casi todos los días que “hay muchos jefes y no bastantes indios”. En otros términos, que las oportunidades para dirigir ya no existen, que hay un exceso de jefes, y que, por lo tanto, debe contentarse con ser un tipo insignificante.
Nuestro entorno también nos dice que existe mucha competencia para tener un lugar relevante en la vida. ¿Pero es cierto que la hay? Un ejecutivo cuyo trabajo es contratar personal, me dice que recibe de 50 a 250 veces más solicitudes para empleos de bajo salario que para los de salarios más altos. Esto quiere decir que hay por lo menos 50 veces más competencia para los puestos de “segunda clase” que para los de “primera clase”. La avenida de Primera Clase, en los Estados Unidos, es una calle corta y poco frecuentada. Allí existen vacantes muy contadas, para las personas como usted, que se atreven a pensar en grande.
Los principios básicos y los conceptos que sustentan “La magia de pensar en grande”, vienen de las fuentes que están más allá del linaje, de las más finas y grandes mentes pensantes que aún viven sobre la Tierra. Mentes como la del Rey David, quien escribió: “Como el pensamiento que está en el corazón, así es quien lo piensa”; mentes como la de Emerson quien dijo: “Los grandes hombres son los que ven que el pensamiento rige el mundo”; o como Milton, que, en su “Paraíso perdido” afirmó: “La mente es su propio lugar, y por sí misma puede hacer un cielo de un infierno y un infierno de un cielo”; mentes maravillosamente perceptivas como la de Shakespeare, quien observó que: “No hay nada bueno ni malo, excepto si los pensamientos lo hacen así”.
Pero, ¿de dónde parte la prueba de ello? ¿Cómo sabemos si el pensamiento dominante es el justo? Preguntas honestas. La prueba viene de la vida especial de las personas que le rodean, las cuales, a través de éxitos tajantes, realizaciones personales y felicidad, demuestran que el pensamiento en grande hace un trabajo mágico. Los simples juicios que dejamos sentados aquí, no son teorías sin pruebas; no son conjeturas u opiniones de un hombre. Son el resultado de acercamientos probados a las situaciones de la vida, y peldaños aplicables a este trabajo que parece de magia.
Piense en grande y vivirá en grande. Viva en grande en los ingresos, en las amistades y en el respeto. Viva en grande y será feliz. ¡Es una promesa! Empiece exactamente ahora a descubrir cómo debe hacer para que opere la magia en su pensamiento. Empiece con esta reflexión del gran filósofo Disraeli: “La vida es demasiado corta para ser pequeña”.
David J. Schwartz. Millones de personas alrededor del mundo han cambiado sus vidas con las enseñanzas del Dr. David J. Schwartz, quien fue profesor de la Universidad Estatal de Georgia en Atlanta y presidente de Creative Educational Services Inc, firma de consultoria especializada en liderazgo y desarrollo personal.