“Incluso en las condiciones más extremas de deshumanización y sufrimiento, el hombre puede encontrar una razón para vivir”.
Víctor Frankl

El anterior postulado fue enunciado por este escritor austriaco con total conocimiento de causa. Víctor Frankl sobrevivió al Holocausto, luego de haber perdido a toda su familia. La esperanza es ese algo diferente que nos mantiene en la lucha. No se puede, ni se debe perder fácilmente y menos con aquellos hechos concretos que dependen de nuestro empeño y persistencia en realizarlos.

¿Te has sentido alguna vez dispuesto a tirar la toalla y a decir: ¡No más!? ¿No te suena desconocido cierto? ¿Qué ha pasado contigo? Hay una respuesta posible: has perdido la motivación o en pocas palabras, has dejado ir la esperanza. Y por ahí derecho se van muchas cosas. ¡Cuidado!

Por eso es muy importante que ese diálogo mental que mantenemos con nosotros mismos, sea positivo, a fin de cuentas somos el resultado de lo que pensamos.

¿Cómo ser un transmisor de esperanza? Ante todo con una buena actitud. La vida es corta para mantenerse amargado. Es muy grato tener gente positiva a nuestro alrededor. Ser positivo, también le torna la vida agradable y reconfortante a los que me rodean. ¿Cómo mantenerse positivo ante los embates cotidianos, las angustias económicas, la situación del mundo? Sencillo, encontrando una motivación suficiente para levantarse día a día. ¡Qué gusto saber que en mi trabajo ayudo a los demás! ¡Qué agradable saber que llevo el pan a mi mesa! ¡Qué delicia despertarse y ver la sonrisa de los hijos! ¡Qué bueno brindar un gesto gentil a alguien que lo necesita! ¡Qué gratificante es respirar, cuando quizás a otro en algún lugar del mundo le esté costando porque está enfermo! ¡Qué bueno que hoy me levanté, tengo salud y me puedo permitir soñar con un mañana!

¡Hay tanto, pero tantísimo que agradecer! Comienza por ahí, por dar gracias por el simple hecho de estar vivo. Es una excelente manera de comenzar el día. Si te gratificas con lo pequeño, comienzas a crear en ti a un ser grande y magnífico que reparte alegría con honestidad y entusiasmo. Procura atesorar momentos buenos, ya que esos alivianan el peso de los malos y además te permiten que en tu mente se susciten otras conversaciones, otros deseos llenos de esperanza y de fe.

Editado por: Ana Patricia Caicedo Cox