Pregúntele a la gente cómo está por estos días y la primera palabra que escuchará es “ocupado”. Explore un poco más a fondo y pronto sentirá la frustración de quienes le contestan “exhausto”. Las estadísticas indican que no logramos dormir lo suficiente, que comemos por ahí de afán muchas más veces de las que lo hacemos en casa, que ingerimos demasiadas píldoras, y lo peor de todo, que no dedicamos suficiente tiempo a nuestros niños ni a la gente que amamos.
Evidentemente nuestra vida no tiene balance. Es tiempo de detenernos y dejar de ser las víctimas de nuestra forma de vivir y tomar la elección de crear un estilo de vida deliberadamente feliz. Pregúntese: ¿Cómo puedo evitar perderme a mí mismo en medio de una vida ocupada? Cuando doy tanto en mi trabajo, a mis hijos, a mi cónyuge y a mi comunidad, ¿qué queda para mí?
Estas preguntas se resuelven únicamente cuando decidimos tener armonía en nuestra forma de vivir. No es posible continuar corriendo a mayor velocidad de aquella para la cual nuestro cuerpo y alma fueron diseñados. La mente, el cuerpo y el alma tienen una cadencia y un ritmo que no se deben ignorar ni irrespetar. Cuando no tratamos nuestra vida con gran reverencia, respeto y gratitud, violamos leyes naturales, científicas y espirituales, y tarde o temprano terminaremos pagando un alto precio por ello.
Fuente: Dra Kathleen Hall, Autor del libro Los Cuatro pilares de una vida balanceada