Este título tomado de una obra de Óscar Wilde, trae a colación una manera de actuar en la vida, un comportamiento ético. ¿Por qué vale la pena ser honesto? Son muchas las razones. La principal, cabe decir, le trae paz con usted mismo. ¿Realmente es correcto hacer negocios sobre productos con los que usted no cuenta? ¿Es ético inflar las ventajas de un producto? ¿Es adecuado mentor acerca de los plazos a los que usted se comprometió? La deshonestidad y la falta de transparencia parecen funcionar muy bien en los negocios. Pero, cuando se decanta la verdad, ¿qué es lo que ocurre? Las trampas, tarde o temprano salen a relucir.

La honestidad implica coherencia entre lo que digo y hago, si mis clientes perciben que esto no se está cumpliendo se están experimentando fallas graves. La gente valora a alguien honesto cuando lo ve. Entre otras cosas porque en los días que corren las personas honestas parecen en vía de franca extinción.

Como comprador y cliente, molesta mucho esa sensación de “me vieron la cara”. A nadie le gusta que lo tomen por alguien ingenuo. Brinde lo que tiene a su cliente, no infle ni su producto ni sus servicios, si realmente no tiene más para ofrecer, sea correcto al momento de exhibir su mercancía. Lo poco o mucho que esté brindando, bríndelo bien, que la gente se vaya satisfecha de haber hecho tratos con usted.

Para un comprador es tan grato recomendar a alguien porque le vendió algo que necesitaba, en el momento adecuado y en las mejores condiciones. Cuando uno ha disfrutado de un servicio de calidad no lo piensa dos veces para sugerirlo a otra persona. Y sí. Definitivamente la honestidad hace parte de la calidad.

Nada más dañino para un negocio que la mala imagen que proviene de la deshonestidad. Esto se convierte en una bola de nieve, en un voz a voz interminable de personas insatisfechas con su producto o servicio. Por poner un ejemplo, observe la insatisfacción de la gente con el incumplimiento de las cláusulas establecidas por una compañía. Si se obrara con honestidad este tipo de inconvenientes o reclamos no serían una constante persistente para muchos negocios.

Pareciera que no se gana siendo honesto. La verdad, si no se es, se pierde demasiado.