Todos deseamos tener un buen capital. Para lograr esto puede ser necesario abandonar las zonas de confort. ¿Qué implica esto? Olvidarse de la satisfacción inmediata y los caprichos.
Hay compras que se pueden aplazar. Hay que mirar las prioridades primero. ¿Entonces debo privarme de disfrutar el fruto de mi trabajo?

No. Lo que se debe encontrar es la mesura. Pregúntese antes de otorgarse premios instantáneos bajo el eslogan de “me lo merezco”. ¿Y acaso no se merece en el largo plazo la tranquilidad de saber que cuenta con unos ahorros? No justifique los gastos que no necesita. Ese comportamiento le hace daño. Si el día de mañana pasa apuros, no le va a gustar.




Los planes a largo plazo requieren de ahorros, de una metodología, unos pasos, unos esfuerzos. Cumplir los caprichos no requiere de nada y si se desgasta el monedero. Luego, ese dinero que se empleó de manera necia va a hacer falta. Si sus hábitos de compra son impulsivos. Deténgase un momento y piense.

Esa pequeña reacción de agrado cuando cumplo con satisfacer una ansiedad, no se corresponde con las angustias que luego vivirá por haber malgastado su capital. ¿Si continúa así cuando cumplirá una meta grande? Ahorre. Ahorrar atrae más dinero y no por un efecto de imán, simplemente porque si cuenta con unos ahorros, tendrá la posibilidad de invertir en algún negocio o proyecto que tenga en su mente.

¿Entonces las zonas de confort son dañinas? Sí, porque nos mantienen en el lugar equivocado. Sí, porque no nos hacen crecer. Sí, porque las compensaciones instantáneas, nos convierten en niños a los que se les conceden los mínimos deseos que se niegan a madurar ser independientes y valerse por sí mismos.

Permanecer en zona de confort, crea una especie de ilusión óptica y nos hace imaginar que todo está bien. ¿Por qué no, si estoy dándome lo que yo quiero? Y bueno, ¿mañana vivirá de las necedades en las que se empecinó el día de hoy?



Llegar lejos requiere de dar pasos pequeños y certeros. Además, la comodidad, el lujo y la apariencia de las que me ufano el día de hoy pueden significar las angustias y tristezas de mañana. ¿Realmente es eso lo que quiere para usted?

Editado por: Ana Patricia Caicedo Cox

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