Cuando hablas, los ojos de quien te escucha se centran la mayor parte del tiempo en tu cara. Así que asegúrate que tu sonrisa y tus gestos te estén ayudando a comunicar tu mensaje y no que lo estén debilitando.
Existe un gran número de expresiones faciales que pueden complementar tu mensaje o restarle fuerza. La boca, que sonríe o hace otros gestos; la frente, que puede fruncirse y las cejas, que pueden mostrar una gran variedad de estados de ánimo.
De hecho, las expresiones faciales son las herramientas de comunicación no verbal más elocuentes que tienes a tu disposición. Arrugar la nariz, abrir o cerrar los ojos y otros gestos, por sí solos o en conjunto, expresan una gran variedad de matices emocionales. El rostro es tan expresivo que puede producir sonrisas imperceptibles, prácticamente imposibles de describir con palabras y, sin embargo, de claro significado para quien las observa.
Naturalmente, el lenguaje del rostro no siempre es fácil de interpretar, ya que es posible que ciertas señales faciales estén ocultando emociones contradictorias. Es posible que un vendedor esté a punto de perder la paciencia con un cliente particularmente difícil, a pesar de lo cual mantiene una sonrisa amable.
Sin embargo, todos hemos aprendido a diferenciar una sonrisa verdadera de una finjida. Esta es una habilidad que aprendemos e interiorizamos en nuestro subconsciente desde niños. El cerebro primario del niño escucha y reconoce la risa de la madre desde que se encuentra en el vientre materno, y comienza así a hacer asociaciones a nivel subconsciente. Durante la infancia ese niño aprende que la persona que no sonríe no posee ese calor humano que lo hace sentir a gusto, y concluye que puede confiar en aquellas personas que sonríen cuando hablan.
Ten presente que mientras hablas la función principal del cerebro de quien te escucha es buscar toda señal no verbal que lo convenza de que puede confiar y creer en ti. Él no está tan interesado en lo que hablamos, si no en la manera en que nos sintamos acerca de lo que estamos diciendo. Él sabe que si verdaderamente creemos en lo que estamos diciendo, lo expresaremos con pasión y entusiasmo.
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