¿Por qué tendemos a aplazar ciertas decisiones? ¿Por qué dejamos para más tarde algunas tareas? ¿Por qué le damos tanto rodeo a un problema, en lugar de enfrentarlo de una vez? Hay una razón en común en la mayoría de los casos y es: miedo.
Es un miedo a crecer, a comprometerse. Es querer quedarse anclado a un pasado, donde en teoría me siento seguro. ¿Por qué cambiar? ¿Por qué luchar para alcanzar un sueño, si a fin de cuentas así como estoy sobrevivo?
No, no sobrevivas. Comienza a vivir. Empieza. Levanta tu cuerpo de esa silla y ¡haz algo! Tienes derecho a una vida de calidad donde tus sueños se cumplan.
Piensa en aquella realización que quieres alcanzar, la cual depende únicamente de ti. No le creas a las negativas de los demás. ¿Se están reuniendo a tu alrededor muchos críticos porque deseas cambiar algún aspecto de tu vida? Buen indicio, señas de que vas por el buen camino. Lo primero que suele suceder cuando generas cambios es que hay muchos brindándote su oposición.
Por ejemplo, dicen algunas personas: ¿De verdad vas a ser músico? Umm, eso no da plata. Los músicos tienen fama de borrachines. No, mejor escoge una profesión seria. O, quieres emprender un negocio, y de repente todos se vuelven expertos en factibilidad y te aconsejan que mejor no hagas nada.
Son tus decisiones, empieza a hacer algo por ellas. Comienza. ¿Qué te lo impide? Prohíbete autodecretarte un fracaso, sin ni siquiera haber dado un primer paso. Eso es de lo peor que puede suceder, decir: “yo siempre quise”. No, hazlo.
Averigua por tu proyecto, indaga con otros que ya lo han realizado, vas a darte cuenta: es fácil. Si otros han podido por qué tú no.
¿Cuáles son esos factores en aquellas historias de superación, que comienzan desde abajo y nos causan tanta admiración? El deseo profundo de no seguir viviendo la misma historia, es uno de ellos. El otro tiene un nombre puntual: disciplina. Las culturas orientales lo sostienen una y otra vez. Ser brillante ayuda, claro; pero a la hora de tener éxito, lo más importante es la perseverancia. Con ella se llega lejos. De ella es que nos alimentamos, para tomar un nuevo aire y decir: “Me merezco una vida de calidad”.