Como personas llegamos a tener una inmensa capacidad adaptativa ante distintos eventos. Este rasgo no es del todo malo. Lo que no está bien es convertir esta adaptación en una especie de resignación pasiva que nos lleva a tolerar situaciones que ya no deseamos.

¿Te has sorprendido a sí mismo diciéndote que no está sfeliz con el trabajo que tienes? ¿Ya no te gusta el lugar donde vives? ¿Estás sumergido en una relación que te tiene insatisfecho? ¿Quieres un mejor salario? Lo más importante de esta serie de preguntas: ¿cuánto tiempo llevas haciéndotelas? ¿Qué tanto has hecho para cambiar la situación?

La proactividad consiste en asumir la total responsabilidad de nuestros actos de una manera activa. Sin recurrir a mecanismos de evitación como la queja, la resignación o la falsa tolerancia ante las situaciones. Ser proactivo implica accionar. La pasividad y la espera no tienen lugar cuando se es proactivo. No te sientas a esperar a que las cosas sucedan, haces todo lo que esté a tu alcance para que lo quieres se dé.

Entre las razones que llevan a una persona a no ser proactiva se encuentran:

La baja autoestima: el autoconcepto que tienes acerca de tu persona es muy pobre. Por tanto no te consideras capaz y te abandonas a las circunstancias. La vida te ocurre. La vida suele decidir por ti. Los demás tienen un enorme poder sobre tu destino.

La dependencia social: te importa demasiado el qué dirán. Sueñas por ejemplo con ser cantante o artista. Puedes tener el talento; pero, los demás te han dicho: “ser artista es para pobres, siempre te mantendrá con una economía muy escasa”. Te importa demasiado lo que los demás dirán, no experimentas las cosas desde tu propia experiencia y obrando desde el miedo de los otros, no tomas una decisión que te lleve a tu felicidad.

La falta de iniciativa propia: siempre estarás esperando la convalidación externa para tomar decisiones en tu vida. Harás lo que quieras hasta que alguien te apoye. Si no es así no lo haces. Someterás cada cosa que quieras hacer a la aprobación familiar, de tus amigos, de tu pareja. Simplemente no crees en ti mismo.

¿Cómo dejar un hábito tan negativo? Reprograma tus pensamientos. Haz una reflexión muy seria acerca de tu comportamiento. Revisa en qué punto estás. Mira si te estás dejando llevar por la corriente. Elimina la queja y el pesimismo de tus conductas. ¿Realmente te han funcionado? ¿Sinceramente, tu actitud de espera indefinida ha hecho que las cosas mejoren?

Debes empoderarte. Tomar decisiones. Fijar unas metas, tener claro a dónde quieres llegar. Este es otro error de las personas que no son proactivas. Las circunstancias de la vida los mueven en una constante oscilación. No son ellos quienes determinan las circunstancias de su existencia.

Si notas que constantemente tus pensamientos son negativos, de reclamo, de desesperación. Algo no está funcionando bien. ¿Qué puedes hacer? ¿Cómo puedes mejorar tus circunstancias con lo poco que tienes? Lo primero agradece, siempre agradece. La persona proactiva siempre tendrá la virtud de ver lo bueno que ocurre a su alrededor.

¿Has revisado cuáles son tus talentos? ¿Crees tenerlos? ¿Confías en ellos? ¿Has dejado que los demás dictaminen si tienes talentos o no? Examínate con seguridad tienes mucho material para arrancar, para accionar, para tomar decisiones y ejecutarlas. No esperes la aprobación de los demás, busca. El proactivo busca, se pelea su oportunidad, porque simplemente se cree merecedor de ella.