¿Por qué algunos estudiantes brillantes deciden hacer trampa? ¿Por qué ciudadanos de bien resuelven engañar en su declaración de impuestos? ¿Por qué algunos atletas talentosos y bien entrenados físicamente se inyectan con drogas que mejoran su desempeño? ¿Cómo profesan algunos que son religiosos y se atreven a mirar a los ojos de la persona con la que hablan y le dicen mentiras? ¿Cómo ciertos respetuosos de la ley engañan a sus cónyuges? ¿Por qué algunos ejecutivos corporativos adinerados llenan sus billeteras usando métodos fraudulentos? Y mientras resolvemos los misterios de la vida, ¿cómo es que algunos adinerados parecen atravesar momentos difíciles cuando se trata de ayudar económicamente a quienes lo necesitan?

Todas son preguntas simples con diferentes y complejas respuestas. Realmente no estamos forzados a escoger vías antiéticas pero según los medios, la investigación académica y nuestra propia experiencia, la deshonestidad (y el egoísmo) suceden muy a menudo. Algunos afirman que la deshonestidad está aumentando, aunque no hay evidencia científica que valide esa afirmación (en todo caso, ¿quién confiaría en una encuesta de tramposos y mentirosos?). Puede que haya menor comportamiento ético hoy en día, pero también es verdad que es más publicitado que hace 50 años. Es probable que las anécdotas de alto perfil den la impresión de que ser
deshonestos es más común. Hay algo que sí es un hecho: la deshonestidad no es un fenómeno moderno.

La deshonestidad no es un fenómeno moderno.

Por lo general pensamos de sí mismos que somos seres humanos honestos, decentes y morales, y en realidad, muchos lo somos. El dilema aparente es que si comparamos
nuestra percepción versus la vida real, observamos que en algunas ocasiones entramos en momentos de negación. De hecho, periódicamente nos comprometemos en sencillos actos deshonestos o antiéticos debido a una variedad de razones.

Para algunos, la motivación es posiblemente la simple emoción barata de pararse sobre el límite o de tentar al destino.Para otros, la respuesta radica en si el acto deshonesto tiene “sentido” en un análisis de costo/beneficio, ya sea que la ganancia mal habida exceda o “justifique” el riesgo.¿Ha sentido usted en ocasiones tan acorralado que cree que la única opción es involucrarse en un atajo ético como la única salida práctica? ¿Experimentan algunos un corto circuito
ético debido a las presiones? ¿O están tan enfocados en sí mismos como para prestarle atención a “simplezas”? Las razones para una conducta inapropiada son muchas, pero

la ruta correcta, una sola.

Las razones para una conducta inapropiada son muchas, pero la ruta correcta una sola. La honestidad es vista como una virtud por todas las religiones y casi todas las sociedades. Estudio tras estudio revela que las personas valoran la honestidad y creen fuertemente que son honestas. No nos gusta que nos mientan, ni estar en frente de un tramposo, o ser embaucado en un fraude. Nos enfurece cuando oficiales públicos se enredan en malos actos y cuando un gerente operativo del sector privado altera los libros.